ESPAÑA CUÁNTICA.

No vivimos en un estado del bienestar, y si que vivimos en un estado del bienestar. Por otro lado, ésto no es un Estado de Derecho, siéndolo.

Las dos oraciones que preceden a esta que está usted leyendo serían contradictorias en cualquier país clásico. Y cuando digo clásico, me refiero  a un país que siga las leyes de la física tradicional, es decir, un país en el que, por ejemplo, cuando hay una manifestación, el número de asistentes sea un número natural, o bien las medidas que toma un gobierno son constitucionales o inconstitucionales, y no ambas cosas.

Pero tenemos la suerte o la desgracia de vivir en el Estado Español, y nuestros axiomas son distintos. Aquí, los accidentes de tren son causados exclusívamente por causas técnicas, y a un tiempo, el único culpable es el maquinista. Nuestros jóvenes pertenecen a la generación mejor preparada de la historia, y, de forma simultanea, son un conjunto de alcoholicos, porreros e irresponsables, que infestan nuestras plazas en vez de buscar trabajo. Las manifestaciones son multitudinarias y las calles están vacías. Las huelgas, un exito rotundo, y un fracaso estrepitoso.

Aquí las cosas son totalmente rojas, y azules del todo, a la vez, sin ser lilas en ningún momento.

Vivimos en un país cuántico, encerrados en la caja de Schrodinger. Vivos y muertos a un tiempo.




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