YO SOY ESPAÑOL ESPAÑOL ESPAÑOL
No voy a ver el mundial. Y no solo eso. Me encantaría que se
suspendiera. Podéis llamarme aguafiestas, pero ojalá sea un desastre desde el
principio hasta el final. Ojalá la selección española no llegue ni a octavos, no meta un solo gol,
y pierda hasta los entrenamientos.
Impagable imagen cedida por @AlaDelta_ |
Para empezar, diré que no estoy de acuerdo con la matraca
que sueltan los medios acerca de la benignidad de los chicos del combinado
patrio. Que parece ser que todos ellos son alados serafines descendidos del
cielo con el único propósito de transmitir valores positivos a las juventudes
españolas. Si bien es cierto que el deporte, el esfuerzo, y el trabajo en
equipo son ideas beneficiosas, no lo es menos que endiosar a 20 chavales cuyo
único mérito es saber dar patadas a una esfera de cuero, no parece muy adecuado
para el espíritu de nuestros niños.
No, no tendría sentido el encumbrar a los jugadores del
combinado español, ni siquiera en el caso de que fueran un dechado de virtudes.
Así que imaginaos lo que me parece que se les encumbre teniendo en cuenta que
no lo son. Estos señores no son atletas. Nada más lejos de la realidad. Son
profesionales del negocio de uno de los mayores espectáculos del mundo. Ganan
dinero por lo que hacen. Mucho dinero. Además de los salarios (¿se les puede
llamar salarios?) pagados por sus clubes, que por cierto, están en su mayoría
adeudados con el fisco y la Seguridad Social, se llevan unos buenos euros en
concepto de derechos de imagen. Y por si esto fuera poco, están las primas por
goles, partidos ganados, etc. Primas que, como ya sabréis, son las mas altas
del mundo.
Y nada que objetar, oye. Cada uno se gana las habichuelas
como puede o como quiere. Pero que no se nos engañe. No son héroes
contemporáneos. No son gladiadores. No son cruzados. Son, en todo caso,
mercenarios. Una profesión denostada, pero muy digna, en mi opinión.
Así que reitero que en cuanto a lo de la pasta, nada que
decir, excepto por dos detalles sin importancia: El primero, que gran parte del
dinero que se embolsan, no parece muy legítimo que deba ser para ellos. Los
medios dirán que no, que lo pagan los patrocinadores, pero es falso. Los
patrocinadores pagan a la Real Federación Española de Fútbol, que es una
entidad privada, pero de utilidad
pública. Y es la Federación la que les suelta la panoja a nuestros muchachos.
Los hay que pensamos que hay más utilidad pública en promover los valores del
deporte construyendo campos de fútbol para los niños. O promover los valores de
comer todos los días, alimentando a chiquillos cuyas familias no pueden
hacerlo. Y el segundo radica en las divertidas piruetas de ingeniería
financiera puestas a su disposición para tributar lo menos posible. Que
patriotas españoles son, pero tontos no.
Por otro lado, el mundial lo organiza la FIFA. Que a pesar
de lo poco que se dice, es una empresa privada. Una multinacional. El fin
último de las multinacionales es el lucro, no nos olvidemos. Lo cual, como he
dicho antes, es muy loable. No tanto como lo de los valores del deporte, la
amistad, y todo eso, pero loable. Claro que esto también tiene alguna pega,
como por ejemplo, la falta de transparencia que rodea a la entidad, y la
simpatía que tienen sus directivos a tributar en paraísos fiscales, así como
las sospechas cada día más crecientes de tráfico de influencias que recaen en
ella. Y casi prefiero lo del tráfico de influencias, porque si no, la única
explicación de que hayan decidido celebrar el próximo mundial en Qatar, país
donde es físicamente imposible jugar al fútbol en verano, es que son
subnormales profundos.
Y luego está el país anfitrión. Que tiene un gobierno
supuestamente socialdemócrata.
Con una presidenta designada nada menos que por Lula Da
Silva, artífice del mayor crecimiento del bienestar de las clases medias y
bajas de la historia de Brasil.
Parece ser que las prioridades ahora son otras. Ve preferible
hacer inversiones (¿o gastos?) multimillonarias en la construcción de las
instalaciones para albergar el evento de marras. Instalaciones paradójicamente cercanas
a los barrios de favelas. Uno, quizá resabiado por la experiencia española, no
puede evitar preguntarse por las mordidas de las constructoras, agencias inmobiliarias,
demás grandes empresas, al amparo del negociete fácil.
Y mientras tanto, vemos que las autoridades no solo hacen
oídos sordos a las protestas de quienes están en contra del mundial, sino que
responden con represión policial.
Socialdemocracia en estado
puro.
Y por último, hay algo que me cabrea todavía más que todo lo
que acabo de describir. Algo que deja a la altura del barro a todo este
cambalache de futbolistas, clubes, federaciones, fifas, gobiernos y demás
filfas. Y es esa especie de animación suspendida en la que se queda el universo
cada vez que se celebra un evento de este tipo. Durante dos semanas solo va a
haber mundial. Dejaremos de pensar en otra cosa que no sean los avatares de la
mal llamada ”Roja” (llamar “La Roja” a este grupo de niños pijos me parece
tragicómico).
Ya puede salir ante la prensa la Vicepresidenta del Gobierno
este viernes, después del consejo, anunciando, por ejemplo, que se reducen las
pensiones a la mitad. Como lleve puesta una bufanda de la selección, la mayor
protesta que se oirá es la de aquellos que canten el “YO SOY ESPAÑOL ESPAÑOL
ESPAÑOL” un poco más bajito.
Si hay algo que me jode más que el sentimiento nacional, sea
de la nación que sea, es el sentimiento nacional proveniente de gilipolleces
como el fútbol. Porque sí que es cierta una cosa. El mundial une a casi todos
los españoles. Les une en el borreguismo y en la estupidez.
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